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Champú y gel

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Nos lavamos para eliminar suciedad (que se adhiere a la piel, ya sea porque es grasa o por el contacto con el sebo —que es graso— y el sudor) y el mal olor (producido por sustancias volátiles que genera la actividad biológica en la superficie de la piel, sobre todo la de los microbios). Al lavarnos, causamos una cierta alteración del "ecosistema" cutáneo, que vuelve al equilibrio al cabo de un rato. En general, la cultura en la que vivimos nos hace pensar que hay que lavarse muy a menudo. Para minimizar tanto la alteración de la piel como el consumo de recursos naturales, es conveniente poner un límite a la frecuencia con que nos lavamos.

Cómo lo podemos hacer
  • No hagamos caso a los reclamos que alimentan la idea de que lavarse a menudo es bueno, que encontraremos bien visibles en botes de gel y champú de muchas marcas y de todos los tipos (convencionales o naturales). Responden más a la necesidad de los fabricantes de que nos acostumbremos a utilizar a menudo estos productos, que a nuestra necesidad de ir limpios.
  • Planteémonos si ir limpios significa exclusivamente acabarnos de duchar. Determinemos si necesitamos o no ducharnosobservando nuestra naturaleza (si tenemos gran propensión a sudar, por ejemplo), la actividad que desarrollamos (que puede variar en distintas épocas del año) y dónde estamos (¿en una ciudad con ritmo frenético o en un pueblo de clima templado?). ¿Sabemos cuánto tardamos en oler a sudor si no nos duchamos a diario?
  • Lavarse muy a menudo la cabeza puede producir un efecto rebote y ser contraproducente; es decir, que acabamos con el pelo más sucio que si nos lo laváramos menos, sobre todo si tenemos el cabello graso. Lavémonos la cabeza menos a menudo y estudiemos qué sucede. También podemos buscar champús con detergentes menos irritantes (a base de glucosa, ver la pestaña siguiente).
  • Preguntémonos si realmente queremos oler siempre a perfume, o si nos conformaríamos con no oler a nada. Preguntémonos si nos resultaría muy perjudicial que nuestro pelo tuviera un aspecto no perfectamente airoso un día de vez en cuando.
  • Superemos la "vergüenza social" de decir que no nos duchamos cada día, o de ponernos la misma prenda más de un día.


Si procuramos ensuciarnos menos necesitaremos menos jabones.

Cómo lo podemos hacer
  • El agua sola y la esponja sin enjabonar también arrastran "suciedad fácil".
  • Si por la mañana la ducha nos va bien para despabilarnos, pensemos que no tenemos por qué utilizar jabón.
  • De cara a ahorrar suavizante, una manera de contrarrestar la dureza del agua, que deja el cabello áspero, es aplicarle un vaso de agua con un poco de vinagre antes de aclararlos.
  • Con la ropa de tejidos naturales, como el algodón, se suda menos que con la de fibras sintéticas.

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03/01/2012 - 13:44
Quédate con esto

Analicemos qué naturaleza y necesidades de limpieza tenemos para decidir con qué frecuencia nos duchamos y lavamos la cabeza.

Elijamos productos de cosmética natural siempre que podamos.

Para que los reclamos engañosos no nos engañen, aprendamos a entender algo las etiquetas de los productos de higiene.

Fuentes de información

Empresas y organizaciones del sector: Dr. Hauschka, Cosmètics Giura, Henkel, Laboratorios Alter, Puig, Weleda, Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética;

Centros de investigación: Facultades de Medicina y Farmacia de la Universidad de Barcelona; 

Expertos: Mercedes Berlanga, Ignasi Dies, Laura Lacueva, Marc Julià, Martí Saurí;

Organizaciones: BDIH, Biocultura, Biofach, Ecocert, Ecoviure, Greenpeace, Natrue, Soil Association;

Revues: Folia Dermatológica Peruana, The Ethical Consumer.




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