PINTURAS A LA CAL EN EL MEDITERRÁNEO

La utilización de la cal como aglomerante de los revestimientos exteriores e interiores ha sido una constante a lo largo de la historia de las diferentes culturas y civilizaciones que han habitado y habitan el Mediterráneo. 

En la ciudad de Jericó (Cisjordania, Palestina) se han encontrado recientemente restos de cal  con 10.000 años de antigüedad. En la primera civilización conocida, Mesopotamia, la cal se usaba en combinación con el barro como revestimiento de paredes de templos, canalizaciones de agua, baños, aljibes, tumbas o viviendas. También la usaron en la Capadocia (Anatolia, Turquía)  para revestimientos y  frescos (aquí se encontró el fresco más antiguo conocido, de 8200 años de antigüedad). Los hititas usaban la cal para  revestir el interior de las cuevas donde vivían, consolidando así los pequeños desprendimientos sin perder la cualidad de transpiración necesaria para la cueva. Los egipcios emplearon la cal como soporte de las pinturas aparecidas en el interior de las pirámides. En gran parte de los monumentos de la cultura griega aparecen restos de policromía realizada con lechada de cal, pigmentos minerales y aditivos orgánicos. Los romanos acuñaron la palabra que conocemos hoy en día, el estuco, y perfeccionaron la técnica empleada por los griegos, siendo Pompeya el mejor ejemplo de cómo se hacían los estucados en paredes con pinturas al fresco en esa época. En la España árabe podemos encontrar muestras de extraordinarias decoraciones y alto nivel técnico con pinturas a la cal como la Alhambra de Granada o la Mezquita de Córdoba. Durante la época medieval siguió utilizándose la cal para decoraciones interiores y exteriores como en el caso de los esgrafiados segovianos, pero es el Renacimiento italiano quien nos deja los mejores ejemplos útiles para utilizar en nuestros días: la pintura al fresco y el estuco planchado a fuego.

Con la llegada del cemento portland, la cal quedó en desuso, priorizando las cualidades de aquél (facilidad de trabajo, versatilidad y rápida resistencia) en detrimento de otras cualidades más sanas para los edificios y las personas. 

Sin embargo, los estucos de cal han vuelto a recobrar su importancia a través de nuevas prácticas constructivas como la bioconstrucción; y es que además de ser una técnica de una gran belleza y que usa sólo productos naturales sin ningún tipo de aditivos, reúne también otras características de extrema importancia como la durabilidad, la ausencia de retracciones, la capacidad como aislante térmico y acústico, la transpiración de los materiales y cualidades fungicidas e ignífugas.