DOS TIPOS DE MANEJO DE CARACTERÍSTICAS CASI OPUESTAS

GANADERÍA INTENSIVA

GANADERÍA EXTENSIVA

La dieta de los animales (forrajes, ensilado, pienso...) está diseñada para que conviertan el alimento en músculo lo más rápidamente posible. Para ello existe una amplia gama de piensos industriales con diversos contenidos en complementos como vitaminas, grasas, etc., y también aditivos como estimulantes o colorantes. Uno de los ingredientes de los piensos es la soja, que al contener mucha proteína acelera el desarrollo de la carne. En general los alimentos proceden de la agricultura intensiva.

El animal come poco pienso industrial. El ganado se alimenta en buena parte de pastos (idealmente en tierras no aptas para la agricultura). Los forrajes y el pienso (cereales, legumbres) se suelen cultivar en campos propios o cercanos.

Se seleccionan las razas que aceleran la conversión del alimento en músculo. La selección es realizada por grandes industrias que suministran semen a los ganaderos, y la reproducción se lleva a cabo por inseminación artificial. La FAO estima que al menos el 30% de las razas de animales domésticos están en grave riesgo de extinción, lo que supone la desaparición de tres razas cada dos semanas.

Se tiende a usar razas autóctonas, bien adaptadas a las condiciones particulares del lugar y a un manejo extensivo. Se potencia la monta natural, que permite evitar la compra de semen industrial.

Las granjas intensivas se asemejan a una nave industrial de fabricación en serie. En un establo caben muchos animales en poco espacio y suele haber mecanismos automáticos de limpieza y alimentación, lo que permite hacer mucha producción con poco suelo y pocos trabajadores. El ahorro en estos costes se contrapesa con la inversión inicial necesaria (naves, maquinaria, balsas para purines...) y con los costes mensuales en piensos, veterinario y fármacos.

Es un modelo a la medida de las explotaciones familiares, puesto que, aunque la productividad por animal sea inferior a la intensiva, los costes no son muy importantes y no hay necesidad de aumentar mucho la producción.

Los establos privan a los animales de tener su comportamiento natural: no caminan y apenas se mueven, no respiran aire fresco, no interaccionan entre ellos, no comen lo que les es propio... Todo esto conlleva una salud débil. En general, estrés, pérdida de fertilidad, debilitación del sistema inmunitario... Para compensar esa salud débil los piensos suelen contener también aditivos como tranquilizantes, y de hecho el veterinario no trata a los animales “cuando están enfermos” sino que controla su alimentación permanentemente.

Los animales viven en sus condiciones de vida naturales, por lo que suelen mantenerse sanos y fértiles. Se necesitan pocos medicamentos y atención veterinaria.

Las prácticas inadecuadas en la alimentación del ganado ha provocado diferentes crisis alimentarias (vacas locas, pollos con dioxinas...). Existe controversia sobre cómo estas crisis afectan a la salud de los propios animales y a la de los humanos.

Gracias al tipo de alimentación la carne tiene en general una proporción grasas saturadas / insaturadas más saludable que con la cría intensiva.

El ganado se encuentra confinado en los establos, y pasa a estar desligado del territorio. Los animales no tienen que guardar ninguna relación con la superficie de la explotación, solamente con el tamaño del establo. De este modo, el estiércol pasa de ser abono para producción de pasto y forraje a ser un purín contaminante de suelos, ríos y acuíferos.

El número de cabezas de ganado tiene que guardar una proporcionalidad con las tierras disponibles por la necesidad de disponer de pastos y producir forrajes, por lo que los purines son asimilados por las tierras. Los excrementos del ganado se usan para abonar esos campos (u otros), de forma que ganadería y agricultura se complementan permitiendo en muchas regiones la sostenibilidad de los sistemas agrarios.