CULTIVOS CONVENCIONAL, ECOLÓGICO E INTEGRADO

El cultivo de fruta en el Mediterráneo ha estado tradicionalmente asociado a las características climáticas y del suelo de cada región. No obstante, al igual que el resto de la agricultura, ha sufrido en el último siglo muchas transformaciones. Hoy en día, distinguimos dos modelos básicos de producción agrícola: la convencional y la ecológica, y una variante a medio camino entre las dos: la producción integrada.

La producción convencional ha sido el modelo mayoritario durante los últimos decenios. Está orientado a obtener el máximo rendimiento en el menor tiempo posible y caracterizado por la mecanización agrícola y el uso de fitosanitarios (fertilizantes, herbicidas, pesticidas) químicos. Algunos de sus principales inconvenientes son el empobrecimiento de la fertilidad de la tierra a largo plazo, el coste que representan para los agricultores estos productos, la toxicidad de algunos (para quienes los aplican y quizás para los consumidores, en caso de que queden residuos en la fruta) y el hecho de que contaminan las aguas subterráneas. 

Frente a los negativos impactos sociales, económicos y ambientales que se han ido asociando con este modelo de agricultura, toman fuerza otros tipos de agricultura más respetuosos con el medio y con sus gentes, como la agricultura ecológica, si es de pequeña y mediana escala. Su principio básico es respetar el funcionamiento propio de los agroecosistemas sin alterarlos con elementos ajenos o agresivos, permitiendo así que pervivan sin degradarse. Además, el desarrollo de la agricultura ecológica va ligado en su origen a distintos movimientos ambientalistas que reclaman una agricultura más humana, más justa y en sintonía con el medio natural. El movimiento por la Soberanía Alimentaria es un ejemplo de ello.

La producción integrada es una versión controlada del cultivo convencional, que surge en Europa para poner en práctica la transición hacia una agricultura más respetuosa. Este tipo de agricultura reduce el uso convencional de insumos químicos y artificiales, combinándolos con otros más respetuosos, como los métodos biológicos. Por ejemplo, los fitosanitarios sintéticos sólo se usan cuando los demás métodos no han sido suficientes.